miércoles, 5 de enero de 2011

Pitágoras, o las formas de la vida



En estos días estoy desarrollando el trabajo disciplinario de La Escuela, entre las cuatro disciplinas que allí se enseñan y experimentan, opte por la disciplina morfológica, también llamada formal, una disciplina a través de la cual y mediante un desarrollo en pasos se pretende tomar contacto con los espacios más profundos de la conciencia, allí donde puede experimentarse lo sagrado en su más vasta expresión.
Pero poco o nada puede decirse del trabajo disciplinario, ya que es una rutina muy personal y de experimentación, para nada teórica o discutible, solo puede decirse que todas las personas que quieran tienen abiertas las puertas para acceder a estos tipos de trabajos internos.
Quería referirme en este espacio a una figura histórica de la cual no mucho se sabe, pero que tal vez solo retazos de su vida y obra sirvan para sacarlo de un cierto ostracismo, o tal vez de un fragmentado conocimiento que la gente común tenemos del mismo, si es que se recuerda o sabe al menos de su existencia.
Como el titulo anuncia, de este caballero, un tal Pitágoras, solo se tiene noción por el famoso teorema de Pitágoras, teorema que por otra parte no deja de ser un bodrio mas en las siempre denostadas clases de matemáticas de la escuela secundaria.
Buscando un poco información más nueva y confiable sobre este señor y la Escuela que fundó y desarrollo, di con un trabajo sencillo pero formidable, además de muy confiable para mi, se trata de un fragmento o capítulo del libro Un humanista contemporáneo, desde donde Salvatore Puleda, un humanista investigador de varias escuelas a través de la historia, reflota y pone en un lugar muy decente de la historia a este caballero al que llamaron Pitágoras, cuya obra y vida pueden describirse no sin dejar de tener en cuenta el enorme espacio tempo – histórico que nos separa hasta los días de hoy.
De su infancia y juventud muy poco se sabe, excepto que nació en la isla de Samos, cerca de la costa de Turquía, y que viajo mucho por aquellos lugares tan prodigiosos en cultura en esos tiempos tan aparentemente hoy lejanos a nosotros, así, estuvo por Persia, oriente medio, Egipto, sur de Italia y por supuesto Grecia, desde donde comenzó a difundir sus enseñanzas.
En sus escuelas, Pitágoras explicaba al mundo a través de las formas geométricas, al tiempo que relacionaba lo natural, el ser humano, la vida política social y hasta el universo como parte de un mismo proceso donde se debía buscar una especie de armonía del alma humana con todo lo demás; no está verificado en forma documental, pero es posible que estos esfuerzos de la conciencia por explicar todo a través de las formas hayan producido saltos de comprensión mayores a los habituales y porque no pensar también en un acceso a niveles de conciencia superior, que mas allá de las traducciones posteriores podrían poner a Pitágoras y su Escuela de pensamiento en situación similar a otras grandes filosofías o religiones universales; lamentablemente de la Escuela no hay escritos que permiten fijar precisiones de los trabajos que se realizaron, entre otras cuestiones porque no todo era difundido abiertamente a la sociedad, y también por las sucesivas persecuciones que sufrieron sus integrantes.
Si se sabe de su enseñanza por la gran cantidad de filósofos y artistas griegos que abrevaron de las fuentes Pitagóricas , algunos contemporáneos a él y otros posteriores a su existencia terrenal, como el caso de Platón, uno de los filósofos mas estudiados de la humanidad, por otra parte y como diríamos hoy un Pitagórico convencido.
La mayor parte del desarrollo de su Escuela se dio en el sur de Italia, por aquellos tiempos parte de la Magna Grecia, allí sus enseñanzas y acciones tuvieron un impulso tan grande que llegaron a modificar las estructuras sociales de la época.
Se sabe que en las escuelas de Pitágoras los jóvenes y mujeres tenían un papel importante, también muchos personajes de la ciudad como comerciantes y artistas pasaban por las mismas.
Ya hemos dicho que de los estudios de la escuela no hay escritos fehacientes que nos permitan indagar en los mismos, pero puede suponerse por relatos y comentarios que eran estudios y experiencias abarcativas de muchos aspectos del quehacer humanos, o sea de lo hoy diríamos de carácter filosófico, psicológico, científico o social.
Estudios sobre astronomía, música y matemáticas coronaban grandes investigaciones, siempre relacionando todo con la existencia humana, máxima preocupación de la escuela.
Ahora bien, a estas alturas alguien podría pensar que desde estas escuelas se incentivaba el conocimiento de manera individual, quedando “guardado” en cada persona aquellas enseñanzas sin “salir al mundo” de la época en que se vivía, pues bien, la realidad era más bien todo lo contrario ¡¡¡, desde estas escuelas también se estudiaba la realidad política social de la época, se hacían propuestas concretas y aun mas allá, muchos miembros formados en las mismas participaban formando parte de los gobiernos de las ciudades, llegando a lugares de decisión, lo que conllevo no pocos problemas a Pitágoras y sus seguidores, hasta el punto de tener que trasladarse de una ciudad a otras para salvar sus vidas ante la persecución y la violencia ejercida desde el poder establecido del momento.
Los conceptos de una sociedad igualitaria, de plena libertad, de amistad y valoración del ser humano como eje central de toda política, eran parte de las propuestas y distintas legislaciones de las cuales muchos Pitagóricos tomaron parte, mientras fomentaban la participación a través de clubes políticos o “eterias” en cada una de las ciudades-estados donde estaba la Escuela, una suerte de pequeño partido político de carácter internacionalista.
Para finalizar este escrito, podemos concluir que la escuela Pitagórica tuvo una importancia fundamental en la época y su desarrollo y enseñanza de ningún modo paso desapercibido para una parte importante del antiguo mundo occidental.
Y, como nos dice Puleda en sus estudios, si reconocemos la gran influencia de Pitágoras sobre Platón y otros pensadores de la época, la influencia de estos últimos sobre el cristianismo, y finalmente la influencia del cristianismo en la sociedad occidental actual, podemos concluir diciendo que Pitágoras y su escuela tienen mucho más que ver con nuestras vidas y nuestro paisaje de formación de lo que hoy podría creerse, por ello entonces valga un gesto de reconocimiento y complicidad con el viejo maestro que hace mas de 2500 años nos dejo un bosquejo de un intento más por liberar al ser humano en el largo proceso evolutivo de nuestras vidas, siempre en la búsqueda del sentido tan ansiado, salud entonces “Don Pitágoras”, y gracias.-