domingo, 21 de octubre de 2012

Ella y el fuego sagrado



Corrían casi en manada, siempre corrían, aterrados del miedo, pero siempre juntos, parecía que el grupo los mantenía a salvo, no eran simios, pero tampoco humanos, eran seres extraños, y ellos no sabían, no podían saber que miles de años más tarde trasformarían la faz del planeta.  Esta vez escapaban de animales feroces, por ahí se perdía uno y resto trataba de salvarlo, el grupo los sostenía, el grupo y quizás también, esa brizna encendida en lo profundo del corazón, esa brizna era como un pequeño fuego sagrado, algo que los conectaba con un propósito superior, el propósito de poder existir a pesar de todo.
Corrían a las cuevas de la montaña, eran más débiles pero más vivaces que los salvajes animales, ellos no lo sabían, pero un día articularían mejor su gutural lenguaje, manejarían pequeñas y gigantes herramientas, trasformarían todo, pero antes de ello era necesario acercarse al fuego, al angustiante fuego, al tembloroso fuego, donde todos los animales, todos sin excepción huían desesperados, el fuego les provocada pánico, pánico y terror, pero ellos podían observarlo, sin acercarse aun, a veces lo observaban.
Corrían y se resguardaban en el mejor lugar que encontraban, tenían una memoria fugaz, solo restos de paisajes podían retener, el futuro era aun un viejo desconocido que se tardaba en llegar, ellos corrían y no sabían, no tenían como saber que un día ampliarían su espacio de representacion temporo-espacial interno, y así estructurarían brillantes y milenarias instituciones imaginarias, profundas significaciones, crearían dioses enormes y poderosos a quienes matarían y harían renacer una y otra vez en la historia del futuro, los pobres temían y no podían saber que quizás tarde o temprano poblarían una parte del angustioso y desconocido universo que hoy los albergaba.
Esperaron en las cuevas hasta que se vayan los asesinos, al tiempo que observaban el turbulento cielo que despedía fuegos y estrepitosos sonidos que apenas alcanzaban a reconocer, otra vez el miedo, ellos no podían saber que ese miedo ancestral los acompañaría en el futuro lejano, ellos no tenían tiempo ni capacidad para pensar coherente, el propósito era poder llegar al día siguiente, comer, cuidar a sus pequeñas crías que desobedientes insistían en pararse sobre sus dos pies, ellos no lo sabían pero se matarían una y otra vez entre ellos, y una y otra vez desde su mismo interior los mensajeros traerían la palabra para que todo intente volver a la unidad, a aquella nostálgica unidad perdida; ellos no podían saberlo pero todo empezaba cada vez que con temor se acercaban al fuego, el fuego del futuro les cocinaría nuevos alimentos que mejorarían su cerebro, ese mismo fuego que en un juego profano y sagrado al mismo tiempo les permitiría lograr moldear a casi toda la materia que el desértico planeta les había regalado, no tenían como saberlo pero un día hablarían de la posibilidad de la inmortalidad, como podrían saberlo, si el propósito era solo poder seguir existiendo a cada instante.
Cuando ceso la tormenta y el peligro había pasado se volvieron a reunir, siempre el grupo los sostenía, el grupo y ella, que parecía distinta y tenía el ímpetu de los futuros líderes, algunas veces serian ellas, después ellos, de nuevo ellas, y así construirían un mundo en permanente cambio, pero esa madrugada  nada de eso ellos podrían saber, un rayo había partido una zona de bosques, y allí, alrededor del incendio con pánico en su corazón se acercaron y se pusieron en círculo, nadie huía, pero el miedo no les permitía acercarse más, de pronto ella pudo, algo hizo con ella misma, y sin saberlo se acerco al círculo del fuego, se arrodillo muy cerca y tomo una gran rama con fuego en la punta, el resto se incomodo y todos hicieron un gesto de retroceder, pero ella se quedo allí, con el fuego sagrado en sus manos, observándolo, viendo en el brillo de las llamas quizás el brillo de su propio interior que brincaba, ella no podía saberlo, no tenia como, y sin embargo, allí parada, en la inmensidad del bosque, temerosa pero sin desprenderse de la rama encendida, ella y los demás del grupo esa madrugada trascendente, cambiarían el curso del universo entero.-

domingo, 7 de octubre de 2012

Pertinacia de los senderos...




He tratado toda mi vida de evitar esos senderos con olor a limón.
Esos caminos amables y bucólicos, rodeados de plantas coloreadas por el tiempo y la luz,  esos senderos con olor a limón que aparecen como suaves y reconfortantes no son más que una bruma peligrosa, que pueden conducir a lugares horribles, tenebrosos, llenos de dolor.
Por eso he elegido casi siempre los caminos agrestes, los senderos de arena que molesta o de piedras que pueden lastimar, esos senderos en la difícil y alta montaña, que cuestan hasta el sufrimiento, que arden en la piel, pero que llevan a la luz acogedora de la cima, a la paz interior, a la unidad con todo lo existente.
Por eso cuando puedo evito esos senderos con olor a limón, esos trayectos de ensueño feliz pero de realidades angustiantes y sin salida, de esos senderos con olor a limón solo tengo lo peor que puedo tener como recuerdo, ese fugaz pasaje de tristeza y sin sentido, y es solo por ello y no por otra cosa que trato de hacer lo humanamente imposible por evitar recorrer esos senderos atrayentes y llamativos, esos en los cuales es fácil saber al comienzo su destino final, porque los delata ese fuerte y embriagante olor a limón.
Además de esos senderos nada mas he evitado de recorrer en mi vida, me he animado a casi todo, excepto una sola cosa más, también he tratado de evitar el hueco suave que se forma en la mejilla cuando las sonrisas son amplias y generosas, esos huequitos que se forman en los pliegues de la piel cuando se abre la boca y se ven los dientes blancos como un trasfondo divertido de la amplia carcajada. No es por la persona, que me resulta amable, ni por su sonrisa que me encanta y me produce un suave alegría, no es por nada de eso que evito el hueco que se forma entre los pliegues de la mejilla, lo evito simplemente por que cuando me acerco un poco más, veo allí la trampa, no la trampa ni el engaño de la persona que sonríe, ni tampoco la trampa que yo puedo  llegar a construir, veo la trampa del paisaje, la trampa del destino o de la memoria ancestral, y enseguida puedo advertir el peligro de la trampa mortal, justamente porque allí, en el hueco disimulado que dejan esas sonrisas contagiosas, justamente allí, en ese lugar que no se ve al menos que uno preste atención, allí no hay una cara, ni una sonrisa, ni siquiera un pequeño pliegue entre la piel rosada de las mejillas, allí hay algo mucho más triste y angustiante, porque si te acercas, rozas la piel y la puedes oler, ya no veras a la persona, no veras su historia ni sus aspiraciones, y no la veras porque has perdido toda sensatez, toda posibilidad y toda perspectiva, solo podrás ver con claridad aquello que nunca hubieras querido ver ni oler : el incomodo, tenebroso, atractivo y angustiante sendero sin futuro y cargado hasta el hartazgo de ese penetrante, ilusorio, agobiante y conmovedor perfume de limón.
Edgardo, primavera de 2012

La creación de Paul, entre el infierno de occidente y el paraíso de los mares del sur.

La creación de Paul, entre el infierno de occidente y el paraíso de los mares del sur.- ( Escritura libre para la materia Creatividad, junio 2012) Me paro frente a la réplica del cuadro, es gigante, enorme, de una belleza descomunal, trato de observar sus imágenes, sus tramas, un paisaje idílico de colores profundos, allí están, junto a una playa dorada distintas escenas de lo que parece ser la vida cotidiana de hombres y mujeres de la polinesia a fines del siglo XIX, en las cercanías de un mar de sueños, de un tiempo cálido, de un habitar que me trae el recuerdos de mis propios ensueños, como me gustaría haber estado allí, quizás aun estoy a tiempo, pienso por un instante, aunque no me lo creo demasiado, pasaron más de cien años, y estoy demasiado lejos. Busco referencias, ya lo había visto en algún otro lugar, a un costado dice, de dónde venimos?, quienes somos?, adonde vamos?...... Paul Gauguin, en Tahití en 1897, conozco a Paul, alguna vez sentí que fui su amigo, o conocido al menos, la primera referencia de su existencia la tuve en un viejo documental, empezaba con la imagen de una piedra del tamaño de una lapida estilo casera, decía Paul Gauguin, 1903, era en realidad la tumba de Paul, en una isla de la polinesia francesa, sin saber de qué se trataba seguí la trama del film, y creo allí nos hicimos un pocos amigos. Paul tuvo una vida muy extraña, no puedo envidiarlo porque su sufrimiento me supera, nunca quisiera haber sufrido tanto, tanto de amor, tanto de búsquedas sin poder hallar la paz interior, pero para qué mentirme a mí mismo, como me hubiera gustado ser él en algunos aspectos de su aventura creadora que lo llevo por los confines del mundo hasta entonces muy poco conocido. Paul tuvo una vida digna de los grandes creadores, esos tipos únicos que pertenecen a un selecto grupo de la especie humana, aquellos que pueden traducir en arte lo que la mayoría sentimos, pero que no podemos expresar con tanta libertad. Paul fue un francés del 1800 y pico, de familia acomodada, estudió y trabajo en la bolsa de comercio de Paris, como todos hizo algo de dinero y creó una familia, pero ya de grande presintió la angustia de occidente, eso que Ortega y Gasset llamaría años más tarde la fatiga cultural, registró tal vez el sin sentido existencial de una sociedad que solo pensaba en lo material como paradigma de la felicidad, en las relaciones viciadas por intereses que le eran ajenos; así es que un día Paul se largó, se decidió, largó todo, su vida, su familia, sus hábitos, su maldito laburo de yuppie del siglo XIX y empezó a pintar, a pintar el mundo que lo rodeaba, y el que podía imaginar, pintó como pocos, pintó tocado por la vara cósmica de una inspiración superior, pintó tanto y tan bello que no le costó hacerse conocido rápidamente, fue amigo de Van Gogh, lo pintó pintando los girasoles, llevó su creación hasta sus propios límites, y un día se encontró que aun estaba en el medio de la podrida sociedad occidental, y no le bastó su cambio, decidió seguir cambiando y volvió a largarse, esta vez en cuerpo y alma, hacia los mares del sur, del pacifico sur, allí donde las perlas coralinas podían verse en la profundidad porque el mar es tan claro y límpido que parece un cuadro, un cuadro de Gauguin. Se quedó allí, a vivir con una cultura que se negaba a contaminarse con lo occidental, de sus valores paganos y miserables, se quedó a vivir amando, sintiendo en libertad y sobre todo creando, creando como loco extasiado de su propio fluido creador interno, cuenta la historia que en pocos meses pinto mas setenta grandes cuadros, pero no solo pintó desde afuera, creó desde su propio adentro porque decidió ser parte de la vida de los polinésicos, amó a sus mujeres como nadie, y las pintó de mil maneras, tuvo un hijo, y siguió pintando, creando el mundo en el que habitaba con todo su ser; alguna vez intento volver a Paris, quien sabe porque sufrimientos que lo acosaban, pero duró poco, volvió a los mares del sur, a sus cuadros majestuosos, a sus colores radiantes, sabía que estaba enfermo, y muy enojado con su cultura francesa que ya estaba también diseminando su mugre colonialista por la polinesia, decidió quedarse allí, en las islas encantadas, en el calor de aquellos seres especiales y comunitarios, ese calor que jamás había sentido en la fría Paris; creó su pintura hasta donde pudo, hasta donde su cuerpo se lo permitió, el odiado occidente estaba adentro suyo, y se vengó por sus desaires, pero Paul, mi viejo amigo nunca se rindió, acogido por la belleza de los mares del sur que se traducía en el calor humano de sus habitantes se dejo llevar por uno de esos huracanes que elevan el mar hasta golpear con fuerza sobre los acantilados coralinos, se dejó llevar cuando los míticos dioses de la polinesia lo vinieron a buscar para agradecerle su estadía y su legado en las islas perpetuas y doradas, pero su cuerpo decidió quedarse allí, bajo una piedra redondeada que dice su nombre, y el año de su partida, pero dice mucho más porque en la cultura de la polinesia las piedras son de suma importancia, son la materia prima donde los dioses expresaron sus deseos para dejarlos visibles a las generaciones del futuro.- La creación es la esencia de la humano, para Deleuze existe el cerebro objeto, aquel que no crea sino que solo reproduce lo instituido, y el cerebro sujeto, aquel que a través del caos atraviesa todo creando e instituyendo nuevas caoideas, que se expresan en la filosofía, en el arte y la ciencia. “Resumiendo, el caos tiene tres hijas en función del plano que las seccione, son las Caoideas, el arte, la ciencia y la filosofía como formas del pensamiento o de la creación. Se llaman caoideas las realidades producidas en unos planos que seccionan el caos.” Pienso sobre esto y el limite inseguro entre aquello que es creación y aquello que no lo es, porque una simple interpretación o copia de algo ya me parece una creación en sí mismo, hasta la mera reproducción de algo se asemeja al menos a una burda creación, podemos hacer algo que no sea crear?? lo dudo, pero comprendo la diferencia y el mensaje profundo que significa el hecho de reproducir lo establecido o crear desde lo más profundo de nuestra interioridad; “El artista trae del caos unas variedades que ya no constituyen una reproducción de lo sensible en el órgano, sino que erigen un ser de lo sensible, un ser de la sensación, en un plano de composición anorganica capaz de volver a dar lo infinito. La lucha con el caos que Cezanne y Klee han mostrado en acción en la pintura, en el corazón de la pintura, vuelve a surgir de otra manera en la ciencia, en la filosofía: siempre se trata de vencer el caos mediante un plano secante que lo atraviesa. El pintor pasa por una catástrofe, o por un arrebol, y deja sobre el lienzo el rastro de ese paso, como el del salto que lo lleva del caos a la composición.”
.- Antes de alejarme de la imagen del cuadro vuelvo a pensar en Paul, en su profundo hecho creador que no permite dudas acerca de qué tipo de cerebro tuvo según Deleuze, un pequeño párrafo dice: original museo de Boston, EEUU, no¡¡, jamás me gastaría la poca plata que pudiera guardar para ir a Boston, hay cientos de lugares en los que iría antes si pudiera, pero no Boston, aunque no descarto, querido Paul, que con suerte algún día pudiera caminar las exóticas playas de los mares del pacifico sur, si así fuera me prometo pasar por tu tumba, viejo amigo, y dejarte quizás unas hojitas de toromiro, un típico árbol de la polinesia, quizás Paul, porque no?, gracias por tu arte inspirador, y por haber conmovido, aunque sea un poco, los débiles muros de una cultura que pide a gritos la llegada de un nuevo tiempo creador.-

Ella también

En mi mundo de los últimos tiempos he comenzado a registrar de manera más atenta como las mujeres fueron, son y seguirán siendo de gran importancia para mi vida, no es que no lo supiera, solo que he tratado de sentirlo de ma nera más profunda, no por ellas, que no lo necesitan, tienen una profundidad del ser que parece casi innata, sino por mí, porque profundizando también puedo conocerme un poco, al tiempo que me encuentro con esas certezas de un nuevo tiempo humano, un tiempo más sensible, más amable, no violento. Así, una madre, una compañera de la vida, una abuela que apenas conocí pero que hablaba de mí como un niño “religioso”, una hermana, una orientadora de la vida que partió antes de morir y grandes amigas forman parte de mi entramado vital, de esa urdimbre de seres que se entrelazan para construirnos como humanos, hombres, mujeres, y nuevas formas sexuales que constituyen esa exótica y mágica diversidad de nuestra especie. No es por casualidad que también en los últimos tiempos cercanos, en los ámbitos laborales y de estudio ellas dominan la escena de la vida, dejando su fragancia y mostrando otros caminos desde donde se puede aprender a vivir, a amar, a ser. Si pienso en el mundo dominado por los hombres lo encuentro casi lógico, el mundo de los últimos 500 años, por tomar una referencia, de la modernidad hasta hace poco, fue un mundo construido desde el pensar casi exclusivamente con la cabeza, un mundo lleno de certezas, de decir del “como son las cosas”, de la separación de uno y lo demás, un mundo de viejos paradigmas, y desde allí, los hombres, que en general usamos solo la cabeza para pensar, teníamos la gran ventaja, la ventaja del momento histórico. Pero el mundo empezó a estallar, se inflamo y no aguanto más tanta idiotez, y con él, o mejor dicho antes de el volaron por los aires los viejos conceptos, las inútiles creencias y las desgastadas miradas, el mundo necesitó de un nuevo paradigma, el de la complejidad del pensamiento, es decir poder pensar con la cabeza, pero también con la emoción, con el cuerpo, con las vísceras, mirar a través de una sensibilidad especial, que contemple lo uno y lo diverso sin separación, sin querer ver la realidad tal cual es, sino construyéndola a cada instante; y es claro que allí ellas tienen las mejores herramientas, ellas tienen la “dote” griega de los nuevos tiempos, una nueva mirada, más amable, integradora y llena de sanas incertidumbres. No es que lo hombres no podemos ser así, solo hay que romper barreras, animarse, expresarse, sensibilizarse sin el ridículo temor a no ser comprendido, no solo es que podemos cambiar nuestra mirada, debemos hacerlo, el tempo histórico nos lo reclama, es una deuda que tenemos, es la hora también de los nuevos hombres que podamos expresar lo profundo y construir una futura nación humana universal. Pero volviendo a las mujeres y su presencia una de ellas me ha llamado un tanto la atención, es que casi no la conocía, no leí ni creo necesario leer sus escritos, tampoco afiliarme a todas sus ideas, más bien se trata de otra cosa, de aquello que percibo en esos viejos documentales donde millones iban a su encuentro, esos tiempos remotos de dolor y marginación cuando una mujer especial pudo ayudar tanto en lo material, pero por sobre todo en lo espiritual, entendiendo ello como esperanza, como fututo anhelado, como posibilidad de una vida mejor. Traspaso todas las barreras de la época para construir un orden mítico a su alrededor, ese lugar tan especial, donde lo social y lo espiritual rozan lo profundo haciendo estallar en mil pedazos la estúpida realidad de una cordura necrológica y esquizofrénica sin sentido. Me contagió esa inspiración de la gente que la aclamaba, me emocionó su intento, más allá de todos los condicionamientos, me rebeló su rebeldía profana, y por ultimo también me acongojó su partida en medio del vendaval. No sé bien porque, pero lo cierto es que desde hace un tiempo la encuentro en muchas partes, quizás sea portadora aun de algo que yo necesite, o que debo aprender, o escuchar..no lo sé, pero de verdad a veces me sorprende y gratifica su inesperada presencia, me hace bien a veces que se presente para decir algo que no ha dicho aun, hace unos meses paseando en Buenos Aires la encontré en un mágica escultura, salida del bronce, como andando de a pie, hace uno días nuevamente paseando pero en Mar del Plata al entrar a un lugar a comer observo en la pared un sinnúmero de cuadros, fotos, iconos del arte, la política, el deporte, pero en la gran diversidad de imágenes masculinas no tarde en verla una vez más allí, hermosa y atemporal, era la misma de la mesa de la infancia, la misma de esos documentales que tanto movilizan, era la misma y bella mujer que quizás algo dice y no alcanzo a escucharla, pero la observo, la miro de una nueva manera, con respeto, con un cierto afecto, ese afecto diáfano y difuso que se tiene por alguien quizás desconocido, pero que es parte del paisaje y la memoria que llevamos compartida con otros, es esencia del mismo pueblo al que pertenezco. Si, como decía al principio hay muchas mujeres importantes en mi vida ……..ella también.-

Ver la sociedad en uno, y ver en uno mismo la sociedad ( breves reflexiones con los pies en la arena)

En estos días de playa y descanso a la sombra de añejos arboles, entre mate y arena se me ocurría pensar sobre este tema tantas veces debatido en distintas aéreas de las ciencias sociales acerca de cuanto somos “independientes” del medio social e histórico que nos rodea, hasta que punto yo soy solo yo, y hasta donde el medio me condiciona o me favorece en mi cada día mas ilusorio y supuesto individualismo. Si me observo un instante y veo algunas de las actividades de mi siquismo, por ejemplo ideas, ensueños, emociones, ect, no tardo en darme cuenta la similitud que tienen estas con algún familiar cercano o no tanto, reconozco en ellos ciertas emociones que creía como algo casi exclusivamente mío, ni que hablar cuando repito frases hechas y creencias arraigadas en gente de mi misma edad que si no estoy atento las tomo como una gran frase que acabo de inventar, solo con observar un poco me daría cuenta de cuantos miles somos los que inventamos esa misma y genial frase ¡¡¡¡ Es bien cierto que cada uno tiene su mundo interior, muy rico además, y tiene sus propias aspiraciones, también llamadas ensueños, acerca de un futuro, pero la materia prima de que están compuestas estas imágenes, no son acaso idénticas a las de mis hermanos, mis compañeros de trabajo, mis vecinos y de casi todo el mundo que me rodea?, si mi aspiración es irme de viaje o cambiar el auto, quizás me sorprendería saber que esa aspiración tan mía no es más que una repetición en cadena en miles y miles de personas que “casualmente” tenemos ensueños similares¡¡ no se trata de juzgar ninguna conducta, solo darme cuenta cuán grande es la influencia del medio en las conciencias individuales, sin que estas puedan apercibirse de tales hechos. En forma inversa, también puedo ver a la sociedad con la observación de una sola persona que se puede tomar como ejemplo, o no es que a la sociedad le pasa lo mismo que una persona?, veamos unos pocos ejemplos, si una persona tuviera graves conflictos no resueltos en la adolescencia, seguramente eso repercutiría en su vida de adulta, dificultándosele su crecimiento, y no les pasa a las sociedades que no pueden organizarse de cara al futuro en paz por no haber podido integrar la violencia de una época oscura??, no es muy cierto acaso aquello que decimos de personas que repiten sus errores por no comprenderlos o asumirlos lo mismo que decimos de un pueblo que cuando no aprende de su pasado está condenado a repetirlo?? Porque creo que aquello que es válido para un ser humano lo es también para toda una sociedad, y es por ello que podemos hablar de una memoria histórica social, o de una conciencia colectiva. En fin, creo que la mejor manera de resolver este acertijo entre lo individual y lo social requiere como mínimo de la supresión de algunos viejos paradigmas, entre los que se encuentra el concepto de la separación entre el observador y lo observado, y lograr una nueva mirada, de tipo incluyente, en este caso un ser humano – individuo- no puede comprenderse separado de su medio – lo social -, ni a la inversa no puede comprenderse una sociedad dada sin entender a las personas que la forman, y son sustanciales a la hora de comprender los fenómenos las relaciones que se establecen dentro de un mismo campo, estos nuevos paradigmas vienen pujando con fuerza en todas las ciencias, acompañando al mundo nuevo que se asoma, y formando parte de algo que podríamos llamar “ el buen conocimiento”.- Edgardo, Pehuenco, enero de 2012